"FUE SIN QUERER QUERIENDO..."
- sergiogeneralirps
- 21 jun 2016
- 2 Min. de lectura

Al volver de la escuela y casi a la misma hora que nos lavábamos las manos para la merienda, sonaba la música característica de "El chavo del 8".
Era el momento de la alegría de ver esos adultos haciendo de niños, parodiándonos, jugando a la infancia mágica y encuadrada en la pantalla- blanco y negro- de la tele del comedor.
Al ir creciendo comprendimos que esos actores y esas actrices eran mas que eso: apenas niños grandes de corazones enormes que aún sin actuar ni filmar más, se habían estampado en el alma de la memoria de manera indestructible. Casi tan indestructible como el recuerdo de alguna penitencia, el del primer beso o la canción de nuestros días adolescentes.
Nos fuimos haciendo adultos y ellos, como nosotros mismos, se hicieron hombres y mujeres de edades indefinidas, los que con sus ocurrencias más de una vez, nos hicieron apurar alguna tarea doméstica o decir el resultado de aquella operación del deber escolar de los hijos, para volver a ser niños y reír a carcajadas con las travesuras del Chavo, con la picardía de la Chilindrina, la bondad resignada y estoica de Don Ramón, el enamoramiento de doña Florinda y el Profesor...
Más de una vez dijimos "cállate, cállate, cállate que me desesperas..." cuando alguien nos irritaba con su parloteo, alguna vecina incordiaba con sus chismes o simplemente por el placer de jugar a ser Quico
Recién hoy que somos abuelos, entendimos que ellos fuera de la pantalla también se rindieron al paso de los años; y fuera del horario de la merienda, son o eran seres de carne y de hueso y que también parten y no vuelven.
No mueren no.
Esos personajes y las personas que les dieron vida, no pueden morir ni aún queriendo. No pueden morir porque ese es el precio de ser tan entrañables, tan nuestros, tan queribles.
Ese cariño que dieron a risas llenas o al hacernos rodar lágrimas sentidas, los fue volviendo inmortales, etéreos y cada vez menos ellos y más nosotros.
No pueden ni podrán morir: La Bruja del 71, ni Godines, ni Jaimito el cartero, Ni Don Ramón, Ni Jirafales, Ni el Chavo. Ellos no mueren, solo se mudaron; al igual que todos nos hemos mudado alguna vez: ellos también cambiaron de vecindad,
Adelantaron la mudanza.
Serán por siempre doña Florinda, el Chavo, el Quico, El señor barriga, la Popis, Don Ramón, Doña Clotilde, Jirafales...
Porque mientras haya un niño pobre habitando un barril o repitiendo "fue sin querer queriendo".
En tanto el niño bien, de cada barrio, siga ostentando los mejores juguetes.
O cada vez que una pareja cursi y cándida tenga inesperados encuentros a la hora del café... o una niña pícara haga las de la Chilindrina: habrá tardes de merienda.
Y El chavo del Ocho, Chespirito -o Roberto Gómez Bolaños-, nos hará reír desde donde esté; porque allí donde él y los suyos se están reuniendo ahora, yo se bien que están preparando todo para recibir a su público en una bonita vecindad; una tarde de leche caliente y pan con mermelada, al regresar de la escuela.
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